Los ejecutivos de una empresa son su cara visible. Lo que ellos transmiten, dice mucho de la organización. Cuidar la imagen personal es una cuestión prioritaria en el ámbito corporativo.
Cuando un empresario crea una empresa, se ocupa de dotarla de una imagen por la que sea reconocida y que le permita perdurar en el tiempo. También elige a las personas adecuadas para desempeñar las diferentes tareas necesarias para el funcionamiento de la organización, y se ocupa de que sean los mejores para llevar a buen puerto su nave. Pero, ¿cuántos se ocupan de preparar y formar a sus colaboradores, en transmitir una buena imagen personal?
"Cuando se oye o se habla de imagen, casi siempre la mente se va hacia hombres y mujeres espectaculares, con medidas perfectas, cuerpos esbeltos y con un gran atractivo. Pero no es esto lo que debe tener en cuenta una empresa. Por lo contrario, definitivamente hay mucha mente vacía en cuerpos hermosos. En realidad, cuando hablamos de imagen personal, nos referimos a la pulcritud y el cuidado en la vestimenta, y también a otros rasgos como las posturas y movimientos al sentarse, al caminar, al saludar, el tono de la voz, la mirada, la risa, la sonrisa y la cortesía, entre otras cosas", explica la socióloga Sandra Goldstein.
Estamos de acuerdo, entonces, en que es importante cuidar la imagen personal en el entorno de un ámbito corporativo, siendo -en definitiva- lo primero que los demás ven de nosotros. Cuando una persona se presenta ante otras, antes de pronunciar una palabra, ya está transmitiendo datos e ideas, aun sin quererlo. Aunque no sea consciente de esto, proyecta toda su personalidad a través de la imagen que ofrece al exterior. "Suele decirse que el período más crítico, cuando se produce el primer encuentro con una persona, son los primeros cinco minutos. Las impresiones que se forman durante ese lapso persistirán y se reforzarán, en función del comportamiento posterior del individuo. Si la primera impresión es positiva, hay mucho terreno ganado; en cambio, si ocurre lo contrario, se tarda el doble para intentar cambiar la opinión de nuestro interlocutor", comenta Edith Pardo San Martín, consultora en Imagen y Protocolo.
La mirada de los otros. La primera cuestión de la que hablan los especialistas, a la hora de pensar en la imagen personal y corporativa, refiere a los modales y la actitud de los ejecutivos. Sus gestos, la forma de relacionarse en un primer contacto con el otro, la cortesía, los comportamientos y actitudes, la precedencia, y el adecuarse a las costumbres del interlocutor, son algunas de las premisas básicas en lo que a cuestiones actitudinales se refiere. Pero su aplicación debe ser efectuada en la medida justa. "¿Cómo actuar? Frente a cualquier situación es primordial tener en cuenta un comportamiento sobrio, sencillo, conservando la dignidad, el buen gusto, la seguridad y la eficiencia, aunando todo esto en una armonía auténtica", explica Pardo San Martín.
Yendo a las cuestiones diarias y pragmáticas, y hablando entonces de la vestimenta que debe usarse en el ámbito empresarial, la consultora dice: "En verdad, no es necesaria demasiada planificación. Lo ideal es echar mano a la vestimenta corporativa clásica, aunque ésta variará según la actividad profesional o el mercado en el que está inserta la organización. Cuanto más tradicional sea la profesión -abogados, escribanos, contadores-, más formales serán las prendas; cuanto más jóvenes y relajados, como los creativos publicitarios, más informal será el vestir".
En el caso de las mujeres, los expertos recomiendan elegir -con esmero y especial dedicación- la etiqueta más apropiada para diversas ocasiones o reuniones en las cuales sea una ejecutiva invitada o desempeñe un rol especialmente relevante. La idea es causar una buena impresión, pero nunca por el exceso, ni por una pollera demasiado corta, y mucho menos por la estridencia de los colores. No en un ámbito empresarial. "Sin embargo, es importante -antes de tomar cualquier decisión- mirarse al espejo con detenimiento. Ese espejo debe reflejar no sólo el aspecto físico, que en ocasiones se suele idealizar o subestimar, sino también la fuerza y el talento que nos permiten enfrentar las situaciones diarias laborales", comenta Goldstein.
A simple vista, parece que las únicas que tienen dudas acerca de su imagen pública son las mujeres. Pero esta impresión resulta errónea. "Muchos hombres, por diversas razones, frecuentemente se plantean preguntas similares; por ejemplo, si corresponde usar una corbata, o qué calzado es el más conveniente", dice Pardo San Martín. Y explica algunas cuestiones básicas para los ejecutivos hombres: "Si para asistir a un almuerzo de negocios, el invitado eligiera un traje, puede combinarlo con una camisa rayada y una corbata con un estampado alegre. ¿Los colores? Elegir un ambo de color azul oscuro liso, o con lo que los españoles denominan 'raya diplomática'. Los colores oscuros en los trajes transmiten autoridad y seguridad en sí mismo. En los últimos años, la moda masculina se ha visto invadida por la desagradable costumbre de llevar la chaqueta desprendida. Nada es más ingrato a la vista, que un señor caminando con su chaqueta a modo de capa al viento. Señores, si los sacos tienen botones, ¿no será que hay que llevarlos prendidos?".
Lo que se dice cuando se habla. Definitivamente, el conocimiento de los aspectos fundamentales de las técnicas de la oratoria es algo que no debería faltar en todo ejecutivo gerencial, y está íntimamente relacionado con la imagen que éste da. Esta práctica enseña a tomar conciencia de que el manejo apropiado de las cualidades de la voz puede ser considerado uno de los instrumentos más poderosos y permite el logro de una comunicación oral fluida y creíble.
La voz se puede educar, para trasformarla en más suave, pausada y agradable, logrando que los modos de expresar una idea causen una impresión positiva y, de esta forma, generen un buen impacto en el otro. "La manera de afrontar discursos o charlas formales en el ámbito empresarial es algo muy desatendido en nuestra educación profesional, lo que no sucede en otros países", dice Pardo San Martín. Y agrega: "Para un buen diálogo, es necesario disponer de un vocabulario amplio, que permita dejar claros los mensajes que se quieren transmitir".
Tal como describen los diversos libros de oratoria (entre ellos, Oratoria para un nuevo liderazgo, de Inés Mariscal), para generar una imagen positiva en el interlocutor empresarial, "es fundamental eliminar los adjetivos y juicios de valor subjetivos. Hay que concentrarse en datos duros y comprobables, y seguir un hilo conductor sobre la idea a transmitir. No, al uso de muletillas".
El lenguaje corporal
La distancia entre los cuerpos es de gran importancia a la hora de entablar un contacto corporativo. En el entorno laboral, se considera necesaria una distancia del otro de 125 centímetros, aproximadamente; menos de eso generaría una situación de intimidad incómoda para el interlocutor.
Es un buen dato tener en cuenta el significado que se le ha encontrado a lo que se llama "hablar con las manos". Palmas hacia arriba y abiertas, indican sinceridad, honestidad.
Palmas hacia abajo, abiertas, significan una posición dominante y en ocasiones, poca honestidad (cuando se quiere mentir). Si cerramos la mano y apuntamos con un dedo, suele indicar una posición dominante y algo agresiva. En cuanto a los apretones de manos: cuando las manos están verticales, significa igualdad. Si nuestra mano está por encima, significa dominio, control, y si está debajo, sumisión, recato. Y si se hace con fuerza, significa seguridad.
"Cuando se oye o se habla de imagen, casi siempre la mente se va hacia hombres y mujeres espectaculares, con medidas perfectas, cuerpos esbeltos y con un gran atractivo. Pero no es esto lo que debe tener en cuenta una empresa. Por lo contrario, definitivamente hay mucha mente vacía en cuerpos hermosos. En realidad, cuando hablamos de imagen personal, nos referimos a la pulcritud y el cuidado en la vestimenta, y también a otros rasgos como las posturas y movimientos al sentarse, al caminar, al saludar, el tono de la voz, la mirada, la risa, la sonrisa y la cortesía, entre otras cosas", explica la socióloga Sandra Goldstein.
Estamos de acuerdo, entonces, en que es importante cuidar la imagen personal en el entorno de un ámbito corporativo, siendo -en definitiva- lo primero que los demás ven de nosotros. Cuando una persona se presenta ante otras, antes de pronunciar una palabra, ya está transmitiendo datos e ideas, aun sin quererlo. Aunque no sea consciente de esto, proyecta toda su personalidad a través de la imagen que ofrece al exterior. "Suele decirse que el período más crítico, cuando se produce el primer encuentro con una persona, son los primeros cinco minutos. Las impresiones que se forman durante ese lapso persistirán y se reforzarán, en función del comportamiento posterior del individuo. Si la primera impresión es positiva, hay mucho terreno ganado; en cambio, si ocurre lo contrario, se tarda el doble para intentar cambiar la opinión de nuestro interlocutor", comenta Edith Pardo San Martín, consultora en Imagen y Protocolo.
La mirada de los otros. La primera cuestión de la que hablan los especialistas, a la hora de pensar en la imagen personal y corporativa, refiere a los modales y la actitud de los ejecutivos. Sus gestos, la forma de relacionarse en un primer contacto con el otro, la cortesía, los comportamientos y actitudes, la precedencia, y el adecuarse a las costumbres del interlocutor, son algunas de las premisas básicas en lo que a cuestiones actitudinales se refiere. Pero su aplicación debe ser efectuada en la medida justa. "¿Cómo actuar? Frente a cualquier situación es primordial tener en cuenta un comportamiento sobrio, sencillo, conservando la dignidad, el buen gusto, la seguridad y la eficiencia, aunando todo esto en una armonía auténtica", explica Pardo San Martín.
Yendo a las cuestiones diarias y pragmáticas, y hablando entonces de la vestimenta que debe usarse en el ámbito empresarial, la consultora dice: "En verdad, no es necesaria demasiada planificación. Lo ideal es echar mano a la vestimenta corporativa clásica, aunque ésta variará según la actividad profesional o el mercado en el que está inserta la organización. Cuanto más tradicional sea la profesión -abogados, escribanos, contadores-, más formales serán las prendas; cuanto más jóvenes y relajados, como los creativos publicitarios, más informal será el vestir".
En el caso de las mujeres, los expertos recomiendan elegir -con esmero y especial dedicación- la etiqueta más apropiada para diversas ocasiones o reuniones en las cuales sea una ejecutiva invitada o desempeñe un rol especialmente relevante. La idea es causar una buena impresión, pero nunca por el exceso, ni por una pollera demasiado corta, y mucho menos por la estridencia de los colores. No en un ámbito empresarial. "Sin embargo, es importante -antes de tomar cualquier decisión- mirarse al espejo con detenimiento. Ese espejo debe reflejar no sólo el aspecto físico, que en ocasiones se suele idealizar o subestimar, sino también la fuerza y el talento que nos permiten enfrentar las situaciones diarias laborales", comenta Goldstein.
A simple vista, parece que las únicas que tienen dudas acerca de su imagen pública son las mujeres. Pero esta impresión resulta errónea. "Muchos hombres, por diversas razones, frecuentemente se plantean preguntas similares; por ejemplo, si corresponde usar una corbata, o qué calzado es el más conveniente", dice Pardo San Martín. Y explica algunas cuestiones básicas para los ejecutivos hombres: "Si para asistir a un almuerzo de negocios, el invitado eligiera un traje, puede combinarlo con una camisa rayada y una corbata con un estampado alegre. ¿Los colores? Elegir un ambo de color azul oscuro liso, o con lo que los españoles denominan 'raya diplomática'. Los colores oscuros en los trajes transmiten autoridad y seguridad en sí mismo. En los últimos años, la moda masculina se ha visto invadida por la desagradable costumbre de llevar la chaqueta desprendida. Nada es más ingrato a la vista, que un señor caminando con su chaqueta a modo de capa al viento. Señores, si los sacos tienen botones, ¿no será que hay que llevarlos prendidos?".
Lo que se dice cuando se habla. Definitivamente, el conocimiento de los aspectos fundamentales de las técnicas de la oratoria es algo que no debería faltar en todo ejecutivo gerencial, y está íntimamente relacionado con la imagen que éste da. Esta práctica enseña a tomar conciencia de que el manejo apropiado de las cualidades de la voz puede ser considerado uno de los instrumentos más poderosos y permite el logro de una comunicación oral fluida y creíble.
La voz se puede educar, para trasformarla en más suave, pausada y agradable, logrando que los modos de expresar una idea causen una impresión positiva y, de esta forma, generen un buen impacto en el otro. "La manera de afrontar discursos o charlas formales en el ámbito empresarial es algo muy desatendido en nuestra educación profesional, lo que no sucede en otros países", dice Pardo San Martín. Y agrega: "Para un buen diálogo, es necesario disponer de un vocabulario amplio, que permita dejar claros los mensajes que se quieren transmitir".
Tal como describen los diversos libros de oratoria (entre ellos, Oratoria para un nuevo liderazgo, de Inés Mariscal), para generar una imagen positiva en el interlocutor empresarial, "es fundamental eliminar los adjetivos y juicios de valor subjetivos. Hay que concentrarse en datos duros y comprobables, y seguir un hilo conductor sobre la idea a transmitir. No, al uso de muletillas".
El lenguaje corporal
La distancia entre los cuerpos es de gran importancia a la hora de entablar un contacto corporativo. En el entorno laboral, se considera necesaria una distancia del otro de 125 centímetros, aproximadamente; menos de eso generaría una situación de intimidad incómoda para el interlocutor.
Es un buen dato tener en cuenta el significado que se le ha encontrado a lo que se llama "hablar con las manos". Palmas hacia arriba y abiertas, indican sinceridad, honestidad.
Palmas hacia abajo, abiertas, significan una posición dominante y en ocasiones, poca honestidad (cuando se quiere mentir). Si cerramos la mano y apuntamos con un dedo, suele indicar una posición dominante y algo agresiva. En cuanto a los apretones de manos: cuando las manos están verticales, significa igualdad. Si nuestra mano está por encima, significa dominio, control, y si está debajo, sumisión, recato. Y si se hace con fuerza, significa seguridad.
Autora: Mariana Rolandi
Fuente: Revista PyMES Plus, febrero 2010
Sección: Marketing, Estrategia corporativa