miércoles, 17 de julio de 2013

Tribulaciones de una consultora en la red


Antes de comenzar este relato, es necesario aclarar que realizo tareas de consultoría de Imagen junto al equipo de mi Consultora, analizando y concientizando a cada cliente sobre lo imprescindible de que conozca sus propias competencias comunicacionales, observando las diferentes posibilidades de cambiar antiguos paradigmas y diseñando un aprendizaje para administrar los códigos que guían las relaciones interpersonales.

Hace poco tiempo me ocurrió, que fui convocada por una persona que integra mi red LinkedIn cuyo trabajo es realizado en forma personalizada o "bespoke".

La entrevista de conocimiento con esta persona, duró más de una hora durante la cual estuve analizando su imagen así como su estilo personal y profesional respecto de su forma de comunicarse con las personas y su vinculación con las diferentes redes sociales en relación a los contenidos más adecuados a su profesión y al target al cual deseaba llegar.

Le efectué algunas recomendaciones respecto de lo mencionado, tales como el cambio de la fotografía de perfil y el de ciertos vocablos por sinónimos que le otorgarían mayor prestigio a su actividad -puesto que esto es uno de los puntos en los que me había hecho hincapié-, además de numerosas actividades y reformas para realizar en diferentes plazos de tiempo.

El potencial cliente me escuchó con gran interés y concentración hasta que, como corolario de la reunión, le ofrecí enviarle un informe de lo observado con actividades concretas y detalladas a lo que agregaría el importe de los honorarios de la Consultora y la forma de pago de los mismos.

Luego de transcurrido un lapso prudencial para que pudiera estudiar la propuesta, le envié dos mensajes por e-mail, recibiendo de su parte misivas tan escuetas que rayaban casi con la falta de educación.

Nunca recibí una respuesta o contra propuesta, ni tampoco contrató mis servicios, y ahora he tenido la oportunidad de constatar que está implementando todas las recomendaciones que le hice en la entrevista inicial.

Al requerirle vía correo electrónico una reunión, explicitando que había visto los cambios que había producido de acuerdo a las recomendaciones mencionadas, me preguntó con fingida inocencia: "¿qué recomendaciones?"

Obviamente, siempre hay oportunidades para seguir sorprendiéndose ¿será que las personas han perdido todo respeto por el trabajo ajeno, acrecentando su egoísmo y codicia?