viernes, 8 de agosto de 2014

El valor de la palabra



¿Alguna vez te has puesto a pensar acerca de la importancia de nuestras palabras y lo que ellas generan?



Todos hablamos casi todo el tiempo, algunos de nosotros lo hacemos pues de ello vivimos y otras personas, porque no pueden permanecer en silencio. Estas últimas son las que están más expuestas a los conflictos, precisamente, por no saber callar oportunamente.



Se dice que un diccionario contiene, aproximadamente, 1.000.000 de términos y que, de estos, una persona muy culta utiliza alrededor de 300.000; en tanto que un universitario, 100.000 palabras y que un adolescente promedio, sólo 15.000.



Algunos estudios realizados indican que las mujeres pronunciamos alrededor de unas veinte mil (20.000) palabras por día y que en los hombres, la emisión se reduce a siete mil (7.000) vocablos. 


Las mujeres hablamos tres veces más que los hombres y no es que he descubierto la pólvora, no, sino que mi deseo es solamente reflexionar sobre este hecho pues está en la naturaleza femenina.



Una mujer enseña las primeras palabras a sus hijos para educarles, enseñarles a rezar y les orienta para hacer de ellos personas de bien. Una mujer habla con su pareja para afianzar el vínculo o para destruirlo; habla con las personas con las que, por su trabajo o profesión, se interrelaciona. Una mujer, es dueña del “si” y del “no”.



Todos estos estudios e investigaciones, me han puesto a pensar sobre cuántas de estas palabras que utilizamos a diario reflejan nuestras emociones y percepciones reales, de quienes nos rodean y del mundo en sí.



Cuántas veces escuchamos utilizar gran cantidad de palabras “para no decir nada” o para herir o proferir juicios de valor o, simplemente, para molestar y criticar.



¿No será ya tiempo que comencemos a pensar antes de abrir la boca? Hace unos pocos días publiqué en una red, una frase de Gilbert Keith Chesterton que ilustra mi pregunta retórica: “El fin de tener una mente abierta, como el de una boca abierta, es llenarla con algo valioso”.


Después de todo, nunca dejo de asombrarme de la gran cantidad de palabras que decimos, sin importar las diferencias entre hombres y mujeres. 

Lo interesante sería saber ¿de cuántas de ellas somos realmente conscientes? Y ¿cuál es su incidencia en el mundo?

Por Edith Pardo San Martín