Marco Fabio Quintiliano o, simplemente Quintiliano, además de ejercer su profesión de abogado, dedicó gran parte de su vida a la enseñanza de la retórica y ha sido el primer profesor que abrió una escuela pública, pagada por el fisco, para la enseñanza de la Oratoria (diferente a la escuela Retórica).
La principal recomendación que hacía a sus discípulos, entre los que se encontraba Plinio el Joven, era la siguiente: "hablar con una voz expresiva, sana, amable, clara, limpia, penetrante y que dure en los oídos".
Ferviente admirador de Cicerón y de su pedagogía, Quintiliano consideraba que un buen orador no es sólo quien puede convencer mediante la palabra. Él estimaba que, en primera instancia, un buen orador, es una persona útil para el estado, gracias a que su formación le ha convertido en un individuo cargado de valores morales, un estudioso de la Filosofía, entre otras ciencias y disciplinas.
¡Qué diferente concepción a la que prima en la actualidad!
Por Edith Pardo San Martín