martes, 26 de octubre de 2010

Lecciones de cosas, Protocolo, Ceremonial y Etiqueta


Hace unos días tuve el honor de presentar el libro Lecciones de cosas. Protocolo, Ceremonial y Etiqueta, de quien fuera mi profesor y, ahora mi amigo y colega, Roberto Sebastián Cava.

En una tarde lluviosa y húmeda, típica de una Buenos Aires primaveral, nos reunimos en el salón de Larreburu Artes Gráficas de la avenida Quintana. Allí fuimos recibidos por Irene Larreburu y Roberto Rotondi, dos magníficos anfitriones ¿qué lugar mejor para presentar un libro de ceremonial? 

Rodeados de una atmósfera relajada y alegre con el perfume  propio del papel, las imágenes de una tarjetería elegante y de buen gusto y la compañía de colegas y amigos del autor, compartimos una presentación en la que el espíritu del ceremonial -si se me permite esta metáfora- sobrevolaba el acogedor salón.

Como dije, presenté el libro de Roberto, mi amigo y profesor. Debo reconocer que cuando me propuso esta tarea, aún invadida por la sorpresa acepté inmediatamente. No es común que quien fuera nuestro profesor, nos pida que presentemos una obra de su autoría. 

Sin embargo, no me resultó difícil preparar mis palabras, pues con Roberto Sebastián Cava, además de una amistad, compartimos el amor por el Protocolo y el Ceremonial, por la música, por la docencia y el honor de la amistad que nos ha brindado nuestro maestro, el Dr. Felio Vilarrubias Solanes.


Recordé un escrito del Beato John Henry Newman, que había llegado a mis manos en algún momento de mi carrera, del cual rescaté un párrafo que leí aquella tarde y aquí lo transcribo: "...Es casi una definición de caballero decir que "es uno de esos hombres que nunca causan dolor". Esta definición es tan refinada como certera. El caballero perfecto, esquiva cuidadosamente cualquier cosa que pueda causar una sacudida -todo choque de opinión o colisión de sentimientos, toda restricción o prohibición, o sospecha, o resentimiento- y trata con gran empeño que todos se sientan cómodos como en su propia casa. Un caballero conoce la debilidad de la razón humana tan bien como a su fortaleza". Así es Roberto.

La obra

A menudo puedo comprobar que reina un desconocimiento y, por qué no, a veces cierta desaprensión por cultivar la Cortesía, la Humildad, la Paciencia y otras tantas virtudes que -de reconocerlas- nos facilitarían enormemente nuestra vida de relación.

Por tal, quienes abrazamos esta profesión tenemos como misión el hacer nuestro aporte para que la semilla de mostaza se convierta en árbol...

Esta obra cumple con esa misión. Este libro de muy amena, fácil lectura y comprensión -lo que no quiere significar que sea pasatista-, invita a viajar al pasado para volver al presente y darnos cuenta que lo aprendido en el seno familiar sigue vigente, que es nuestro anclaje en este mundo convulsionado por múltiples situaciones.  

Es un libro que, mediante artículos breves, aporta soluciones prácticas y sencillas. No es un manual, tampoco ha querido serlo, pero aún así, nos enseña ya que contiene conceptos muy profundos que dejan huella y nos alimentan el alma. 

por Edith Pardo San Martín