En las relaciones interpersonales, una de las maneras de comunicarnos con
nuestros interlocutores, es la que –de manera consciente o inconsciente- realizamos
de acuerdo a los movimientos de nuestros cuerpos. Sin embargo, el contenido de estos
mensajes, siempre varía según sea que el emisor pertenezca al género femenino o
masculino.
En general, al observar a un hombre en su forma de caminar, gesticular o
realizar ademanes, podríamos decir que sus movimientos nos remiten a formas
rectas o quizás hasta rígidas. No obstante, según la personalidad, cultura,
zona de residencia o profesión, nos encontramos con expresiones corporales masculinas
austeras, educadas (en ocasiones en exceso), sencillas o toscas. Muy diferente
es el caso de aquellos hombres cuya actividad está asociada a las artes, sus movimientos
suelen ser más plásticos es decir, más flexibles que estáticos.
Cuando observamos al género femenino, percibimos que los movimientos conservan
su relación estética[1] con las
propias formas curvas corporales, vale decir, sutiles, redondeados y suaves propios
de la femineidad. De igual manera que los hombres, en los movimientos de las
mujeres, intervienen las mismas variables mencionadas en el párrafo anterior.
“La armonía de las formas”, no nos remite sólo al movimiento corporal humano
el cual es realizado casi mecánicamente, sino que además debemos relacionar
esta expresión con el mensaje que emite nuestro espíritu, nuestra alma. Si no
existe un orden intrínseco basado en valores morales de ética y transparencia,
el mensaje que emita nuestro cuerpo será directamente proporcional a ese
desorden interior.
Por tanto, esta armonía encuentra tierra fértil en aquellas personalidades
que continúan trabajando en su jardín interior, en su yo espiritual o universo
interior[2]. Esta
construcción interna ha sido denominada por Theodor Lipps, “endopatía”[3],
que supone la necesidad del propio conocimiento interior con el fin de poder
establecer la empatía con el o los
otros.
Considerando a cada persona como “un
pequeño cosmos”[4],
su imagen revela lo que es, siente y piensa, en otras palabras el conjunto de su alma, mente, espíritu y
emocionalidad[5].
Por ejemplo, los movimientos corporales que realiza una persona que conoce
el verdadero sentido de la palabra cortesía,
que además su labor es relacionarse constantemente con otras personas, se van
aprendiendo tanto en la vida académica como en la laboral.
No obstante, cierto es que gran parte del cultivo en esa tierra fértil,
tiene lugar en el mismo hogar y al pasar por la institución académica se
incorporan diferentes conceptos que harán su aporte a la cultura[6] de la
persona.
Todo futuro profesional, debe saber que muchos serán los ojos que estarán
posados en “la armonía de las formas” que transmitan, tanto en sus expresiones
habladas como en las que realice con su cuerpo.
Acciones y señales
¿Cuántas veces ponemos atención en los mensajes que transmitimos mediante
nuestros gestos y ademanes[7]?
En realidad toda persona que pone atención a la propia imagen en su
totalidad, debe saber que existen mensajes relacionados con la seducción, los
que se hacen de manera inconsciente y por lo tanto, es preciso reconocerlos para
no emitir mensajes equívocos.[8]
Veamos: según el Dr. Albert Scheflen, cuando una mujer acaricia su cabello
manifiesta lo que ha dado en llamar “conducta de acicalamiento”, siendo esta
una clara actitud de sensualidad y coqueteo.
Por el contrario, cuando un hombre acciona de la misma manera, se lo
relaciona con la necesidad de agregar prolijidad a su imagen externa.
Otras señales femeninas reconocidas son, la ondulación de las caderas al
caminar o cruzar las piernas al sentarse.
Y ¿cuáles son los indicadores de seducción masculinos? Si lleva corbata,
arreglarla o alisarla; si no la usa, componer el cuello de la camisa o
cualquier otra prenda que lleve, quitarse motas de polvo “imaginarias” de los
hombros o modificar la posición del reloj.
Poner atención a la imagen, implica asimismo asumir una correcta posición
del cuerpo tanto cuando se permanece de pie, como cuando se está sentado. En
ambos casos, la postura que comunica armonía, esa sincronía entre el lenguaje
hablado, el orden interno y la aceptación del propio cuerpo, se transmite
mediante un porte erguido pero no forzado, sino suelto y elegante.
Con relación a la postura, es cierto que en ocasiones, adoptar una alineación
de la columna vertebral podría resultar difícil y hasta dolorosa debido, por
ejemplo, al trabajo que se realiza, por el que se ha asumido una postura
encorvada o descuidada.
Lo importante, en todo caso, es tomar conciencia de los beneficios que
produce una alineación corporal y corregir una actitud que desfavorece a la
imagen que se desea transmitir que, en el lenguaje de las palabras no es otro
que el de la mencionada armonía interior.
La imagen es un todo
La imagen es mensaje[9], es
única, irrepetible, no se puede copiar pues le pertenece a cada persona y
también puede abrir o cerrar muchas puertas.
Con todo, una postura adecuada así como una estética cuidada, no siempre es
garantía de comunicar el mensaje adecuado o deseado. Cuando el yo interior no
está en armonía intentar enviar un mensaje exterior, que podría ser traducido
en palabras como, “aquí estoy”, en
verdad es percibido como “aquí no quiero
estar”.
Así la primera impresión será nula o ignorada, en el mejor de los casos, o
bien negativa y desfavorable. Simplemente, no basta sólo con ser sino además,
parecer.
Sin embargo, la postura, los gestos y ademanes, la imagen perfecta o ideal, en otras palabras, no existe por el simple
hecho que el ser humano es imperfecto. Podremos, entonces, hacer referencia a
una imagen correcta o incorrecta, según el público objetivo que la percibirá.
Siendo la imagen un todo, que representa el conjunto de la persona como ser
finito, único e irrepetible, cuya forma armónica estará sustentada en la propia
esencia, esa “su imagen” será la base
que le inspirará para construir “su marca
personal”.
Como conclusión, se debe tener presente que para construir buenas
relaciones es fundamental:
§ favorecer la buena comunicación, mediante una mirada
franca
§ un saludo acorde a las personas, las
circunstancias y la cultura
§ que una sonrisa puede persuadir y hasta allanar un
incipiente conflicto
§ que antes de hablar, es importante pensar muy bien qué se quiere decir: “Diplomático
es aquel que piensa dos veces antes de hablar y luego no dice nada” (Sir Winston Churchill).
[1] Al hablar de “estética” no se hace referencia a la
“Estética filosófica que, junto con la Ética y la Lógica forma la tríada de
esas “ciencias normativas” de que
hablaba Wundt, o sea uno de esos conjuntos de reglas que se imponen a la vida
del espíritu”. Huisman, Denis. L´esthétique,
Presses Universitaires de France, París, 1954. Aquí, la “estética” debe ser tomada según la definición que brinda el DRAE:
“…armonía y apariencia agradable a la
vista, que tiene alguien o algo.”
[2] Stein, Edith. Tesis doctoral “Sobre
el problema de la empatía”, 1916.
[3] Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora. Endopatía:
traducción del término francés “intropathie”,
endo: dentro y patía: lo que se sufre o siente.
[4] Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica, primera parte.
[5] Los padres de la Iglesia Católica, estudiaron y enseñaron que,
cuando se hace referencia al hombre (en el sentido filosófico de la
palabra) se lo comprende como una unidad de cuerpo-alma-mente (un único
yo-sujeto), pues los tres refieren estrictamente al hombre, animal
superior que lo diferencian dentro del reino animal por poseer un alma.
[6] Cultura: del latín cultivar. La
cultura es una estructuración jerárquica de un orden de valores efectuada por
una sociedad, en un tiempo y un espacio determinados.
[7] Gestos: son los movimientos realizados con el rostro,
las expresiones faciales. Por ejemplo: Paul Ekman y Wallace
Friesen, distinguieron cinco categorías de gestos. Ademanes: son los
movimientos realizados con las manos o los brazos, también identificados como maneras
[8] “Los que mantenemos abiertos los ojos podemos leer
volúmenes enteros en lo que contemplamos a nuestro alrededor”. Hall, Edward, 1965.
[9] “La imagen
es mensaje”: lema elegido para
identificar la visión de la consultora que dirijo.
Por Edith Pardo San Martín