Las esquelas mortuorias son un aviso del fallecimiento de una persona que se publica en los periódicos con recuadro de luto y que suele indicar la fecha y el lugar de entierro, funeral, etc. No obstante, me parece que, al menos en Argentina y en concreto en Buenos Aires, su ciudad capital, aquellas han dejado de ser “avisos” para convertirse en un uso social que permite dar a conocer los sentimientos más variados de unas personas con respecto a un muerto en una nueva forma de duelo.
Han pasado ya los tiempos aquellos de innumerables ofrendas florales y no llegan como antes a los velorios o tanatorios. Landrú, el gran humorista argentino, a quien aprecio mucho por colega y por persona, concibió, en inglés, unos adjetivos calificativos verdaderamente simpáticos. Ellos son los que rigen inconscientemente a muchas y a muchos en el momento de manifestar su duelo personal. Los términos son “in” y “out”. Es lo que está bien o es bien y aquello que no lo es.
Una empresa puede enviar una inmensa corona floral a un difunto. En cambio, los empresarios no lo harán a título personal porque es “out” aunque no quieran admitirlo. La moda de las flores en los entierros no está perimida pero a ella le ha salido una competidora muy rentable. Son las esquelas mortuorias en los periódicos. Como nuestra REVISTA PROTOCOLO no las incluye me permito hacer algunas digresiones sobre un verdadero y muy rentable negocio.
Hasta no hace mucho tiempo era la familia quien participaba la muerte de uno de sus miembros. Hoy, en cambio, las esquelas han cambiado de contenido y de estilo. Es la nueva forma de manifestarse socialmente el duelo para algunas personas. Más aun, hay quienes se apresuran a enviar sus esquelas al periódico con el fin de ganar de mano a otros. Las esquelas ocupan una buena parte de los llamados avisos y aparecen por el principio del orden alfabético de los nombres de los difuntos. Si alguien desea ser bien notado es preciso que encargue su esquela rápidamente. Hace unos días pude observar cómo después de una participación familiar aparecía la siguiente: “El Estudio jurídico de los doctores NN.NN. participan con dolor la muerte del insigne abogado y jurisconsulto y hacen llegar a su familia su más sentido pésame”.
El ejemplo anterior nos lleva a reconocer esa manifestación social surgida recientemente como agua de fuente. Si por duelo entendemos las demostraciones que se hacen para manifestar el sentimiento que se tiene por la muerte de alguien, parecería que el bufete no habría hecho algo malo. Pero tomaron ocasión de una defunción para hacer notar su cercanía con la familia y, de paso, incluir una publicidad.
He tenido oportunidad de leer detenidamente unas cuatro o cinco páginas de un diario con las esquelas de un mismo difunto. Con sorpresa, pude comprobar que en la redacción aparece una nueva forma de duelo. He visto, por ejemplo las siguientes: “+ NN.NN. q.e.p.d. Querido Tom: Siempre te recordamos desde nuestro primer encuentro en Mónaco. Bobby, María, Agus, Nico, Maxi y Bárbara”. ¿Puede el difunto enterarse de esa esquela? Tampoco la familia lo podrá a menos que sean personas de la intimidad del muerto.
Otros ejemplos nos muestran la nueva forma de duelo: “+ NN.NN. q.e.p.d. Los del golf te extrañaremos y en el momento de nuestro whisky sentiremos tu partida”. “+ NN.NN. q.e.p.d. Juan de Manzores y familia participan su fallecimiento y acompañan a Consuelo y sus hijos en estos momentos de dolor”. “NN.NN. q.e.p.d. Los vecinos de Avenida Callao 1700 participan su fallecimiento y lamentan la pérdida de su antiguo convecino”. “NN.NN. q.e.p.d. Patricia del Mar Olivos y familia despiden a la tan querida amiga de toda la vida”.
Estas nuevas formas en el duelo nos hacen pensar un poco. Antes, cuando se enviaban ofrendas florales era posible leer los nombres de sus remitentes. Como los muertos no leen, eran las personas vivas quienes apreciábamos esos gestos. En cambio, en los ejemplos citados, no son los muertos los que no se enteran. Tampoco los vivos podemos entender el significado de tantos escuetos mensajes.
Me han dicho que “se usa” y en ese “se usa” va la nueva forma de duelo. No es ni “in” ni “out”. Es un convencionalismo social. Las esquelas que he mencionado tienen un coste de unos ciento cincuenta euros cada una. Copio también del periódico uno que es más extenso: “NN.NN.q.e.p.d. Sebas querido: Siempre estarás en nuestro corazón. Te despedimos con todo nuestro amor e inmensa gratitud por haber tenido el privilegio de compartir nuestra vida a tu lado. Te amaremos siempre. No habrá otro igual, ninguno que se te parezca y agradeceremos por siempre el ejemplo que nos diste junto con tu cariño sin par. Los años que estuviste en nuestro colegio fueron siempre fecundos. Los profesores, los padres de los alumnos, los alumnos y los directores recordaremos siempre tu sonrisa, tu buen hacer, tu paciencia. Por eso no podemos decirte adiós sino hasta muy pronto.”
Junto a esta nueva forma de duelo no han quedado atrás las esquelas tradicionales que trasmiten con dolor la noticia de la muerte de una persona. Una publicada en el día de hoy dice textualmente: “NN.NN. q.e. p.d. Sus hijos Agustín, Ramón, Carmen, José María y Lucio participan su muerte e invitan a acompañarlos en la Misa de “corpore insepulto” en la capilla del Cementerio Memorial, hoy a las 10.00. Ruegan y agradecen las oraciones por el eterno descanso de su alma”.
No deseo que los lectores españoles exclamen: “Pues, oye, nos dejas pasmaos”. Reitero y con mucho respeto, la aparición de una nueva forma de duelo. Es un arte verdadero la redacción de las esquelas ante la muerte de nuestros familiares y amigos. No serán ni “in” ni “out” porque en ellas pondremos siempre el afecto y el cariño.
Por Roberto Sebastián Cava
Fuente: www.revistaprotocolo.es
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