Si
quisiéramos buscar una imagen del mes, sin lugar a dudas, sería la fotografía
de la ceremonia de presentación de Cartas Credenciales por la Embajadora Da.
Alicia Castro ante la Reina Isabel II.
Inmediatamente
la red se inundó de la única imagen que ha sido distribuida para todos los
medios, lo que provocó una gran cantidad de opiniones de los experimentados profesionales
del protocolo, como las críticas de los que creen ser especialistas en estos
temas.
El
sentido común y el saber ser, nos indican que antes de emitir comentarios poco
elaborados así como carentes de información y hasta de elegancia, es preciso
recabar información –si es que no se ha estudiado- y ser prudente antes de
hablar. ¿Es correcto referirse a la indumentaria de una persona, en este caso
una diplomática, que “estaba vestida como
con un uniforme”, haciendo referencia al traje de chaqueta y falda de tono
azul elegido para la ocasión?
Pero
sin temor a equivocarme, lo que más ha llamado la atención ha sido el sombrero
que llevó la Jefe de la Misión Diplomática.
Antes
de hacer referencia al mismo, considero prudente recordar que en el caso de las
monarquías, estas ceremonias son minuciosamente planificadas, por ejemplo: la
puntualidad en el horario, el representante de la Reina que recibirá al Jefe de
la Misión Diplomática quien es trasladado en carruaje, a cuántos pasos de
distancia debe llegar frente a la Reina, la fórmula de presentación, las formas
de saludo así como la entrega de las Cartas Credenciales –que debe hacerse con
ambas manos-, la introducción de los funcionarios de la Misión Diplomática y el
momento de la despedida, retirándose sin dar la espalda a la Reina.
Ante
tanto detalle, el nuevo embajador se prepara para este acto, con el fin de
expresar en muy pocos minutos y con las palabras acertadas, aquello que el
gobierno al que representa desea transmitir –por su intermedio- al monarca o
jefe de estado ante quien se presenta.
En
estas ceremonias en el Palacio de Buckingham, la etiqueta en el vestir o “dress-code”
especifica que los hombres deben concurrir ataviados con jaquet y chaleco
negro, uniforme de gala o traje
tradicional. En el caso de las señoras, deben llevar vestido de día con
sombrero o traje tradicional.
Los antecedentes de
los sombreros en Argentina
Y
aquí hemos llegado al gran tema: el sombrero que usó la Embajadora Da. Alicia
Castro, el que no era ni una pamela, ni un tocado ni una capelina.
En
nuestro país, como dice Susana Saulquin
en el libro La moda argentina,”…de
1930 a 1949, los sombreros discretos, ladeados, tipo boina, convivían con las
grandes capelinas de paja o terciopelo de copa corta y anchas alas que se
adornaban con flores de organdí. Ninguna mujer salía a la calle sin su
sombrero, ni siquiera la mucama que cumplía su trabajo por horas o las alumnas
de los colegios normales. Como los sombreros eran usados en todas las clases
sociales, en los barrios era muy común el oficio de sombrerera. No sólo se
hacían sino que también se enseñaba su confección a las mujeres de la clase
media”, explica.
Sin embargo, en estos últimos años en Argentina los sombreros estilo cloche han vuelto a usarse en invierno y
las capelinas han regresado, para
protegerse del sol, debido a que los veranos cada vez son más calurosos.
De capelinas, pamelas y tocados
Veamos
las diferencias.
La capelina, se caracteriza por su ala un poco más corta por detrás
que se utilizan fundamentalmente en verano para protegerse del sol y están confeccionadas
en paja y colores pasteles.
La
pamela que, toma su nombre
de Pamela la protagonista de una novela de Samuel Richardson (1689-1761) quien
llevaba un sombrero de ese tipo, son sombreros de ala muy ancha que sólo se
usan de día, sobre todo, por la mañana y preferiblemente, con trajes de dos
piezas. En cuanto a la estética, aunque puede llevarse con el pelo suelto, por
su espectacularidad, se recomienda llevarla con peinados recogidos. La pamela
se utiliza en celebraciones diurnas como bodas, comuniones o bautizos u otras
en los que la etiqueta exige acudir con la cabeza cubierta como las célebres carreras
de Ascot en que las damas inglesas lucen sus más extravagantes modelos.
El
sombrero es una prenda de vestir que
tiene copa y alas.
Los
tocados, a diferencia de las pamelas,
se pueden utilizar en bodas de día y de noche, por lo que su
tamaño e importancia dependerán del momento: más grandes de día y más pequeños
de noche. Los materiales con los que estén confeccionados
también marcarán
la estación más adecuada para lucirlos. Para el invierno, los
fieltros y los terciopelos siempre son correctos y la rafia o la seda son
perfectas para la primavera-verano.
Según
la sombrerera Blanca del Piñal, el sombrero es una cuestión de proporción. Las
señoras de baja estatura se verán mejor con sombreros tipo cloche, de ala
pequeña. Las pamelas y sombreros recargados están reservados para damas más
corpulentas. No hay que olvidar tampoco el color de los ojos y del cabello,
para coordinar tonalidades.
Habiendo
establecido las diferencias y, volviendo a la etiqueta de la Embajadora, respecto de la vestimenta es conveniente tener
presente que la moda en Europa lleva un año adelantada, por lo que esa
tonalidad de azul es la que se verá en el invierno 2013 por estas latitudes. El
calzado es el adecuado tanto para una funcionaria de su rango como para la
ocasión, ¿cómo se vería una Embajadora con zapatos de plataformas y tacones de
10 centímetros?
Con
relación al sombrero y, para aclarar las dudas: llevó una pamela de plato con
tocado. Para este estilo, como ya mencioné anteriormente, lo ideal es llevar el
pelo sujeto, por ejemplo como muestra la fotografía a continuación.
Un
detalle importante. Curiosamente, entre todos los comentarios que se hicieron,
nadie ha puesto el ojo en que la embajadora no llevó bolso. De haberlo hecho, al
llevar la carpeta que contenía sus cartas de presentación, hubiese sido una
situación muy compleja cumplir con todos los pasos que el protocolo le
indicaba.
Criticar
por el simple hecho de decir algo, no construye ni aporta, en cambio si se hace
desde la opinión con fundamento siempre dejará algo en qué pensar.
por Edith Pardo San Martín
Muchas gracias por tu interesantísimo aporte, Edith.
ResponderEliminarMe pareció acertado también que instalaras la pregunta de hasta dónde es correcto referirse a un tema determinado, y opinar sin tener la preparación adecuada.
Un saludo,
Mónica Mendivil.
Gracias, Mónica, por tu comentario.
EliminarSaludos cordiales.