Es una verdad conocida que
en la República Argentina convivimos a diario con serios e importantes
problemas sociales, económicos y delictivos, los cuales son de público
tratamiento por los medios de comunicación nacionales e internacionales. Sin
embargo, no son estos problemas el objeto de este artículo.
Sucede que, desde hace ya
varios días, el traspaso de mando presidencial se ha transformado en el gran
intríngulis y motivo de discusión en diferentes ámbitos de la sociedad, surgido
al calor de las pasiones y el rencor de la administración saliente.
Con tristeza he podido
observar cómo en publicaciones de todo tipo y también en las redes sociales, de
qué manera han brotado, como una suerte de perversa primavera de opinión sobre
el tema mencionado, la venganza con su revanchismo, la tozudez, la arrogancia,
la falta de respeto hacia las normas y, por qué no, la ignorancia de
funcionarios, así como de advenedizos opinólogos.
Como dice el título, para
mí como ceremonialista, han sido “muchos años de callar”, especialmente los
últimos doce años, y pienso que ha llegado la hora manifestar y decir las
cosas como deben ser y cómo se deben hacer. Decir y hablar con respeto y
fundamentos históricos, sin caprichosas ni trasnochadas explicaciones.
Lo primero que debe
respetar el gobierno saliente de una Nación democrática es, precisamente, la
voluntad del pueblo que se ha expresado con su voto en dos instancias
electorales, el 25 de octubre y el 22 de noviembre del corriente año,
respectivamente. Así, de una manera quasi tácita, lo que un gobierno respeta no
es ni más ni menos que la letra de la Constitución Nacional, la que jamás debe
perderse de vista en el ejercicio del poder.[1]
En segundo término, ese
mismo gobierno que finaliza su mandato, también deberá respetar y hacer
respetar los usos, costumbres y el protocolo no escrito –o, en muchos casos
escrito parcialmente- que rigen las Ceremonias del Traspaso de Mando
Presidencial de las que existen antecedentes y documentos que avalan cada
secuencia protocolar.
El Protocolo, el
Ceremonial y la Etiqueta, en este orden, existen para facilitar la vida de las
personas en una sociedad y nunca para complicar u opacar un acto de tanta
trascendencia en la vida democrática de un país.
Las reglas protocolares
han sido escritas y pensadas para exaltar la magnitud de las ceremonias, del
lugar en el cual éstas se desarrollan y de las jerarquías que las personas
ostentan. Jamás estas normas se deberán utilizar para ensalzar a una persona,
pues si así sucediera, lamentablemente estaríamos en presencia de un protocolo
mal aplicado y acomodaticio, propio de personalismos y egos inflados.
En nuestro país grandes
diplomáticos de la talla de Adolfo J. de Urquiza[2], Rodolfo Gastón Zapata[3] y Jorge Gastón Blanco Villalta[4], han coincidido en que el respeto y la aplicación correcta del
Protocolo como regla universal, favorece las relaciones no sólo entre las
personas sino además en la interacción diplomática en lo que siempre hemos
conocido como “el concierto de las naciones”.
Teniendo en cuenta,
insisto, la letra de la Constitución Nacional y lo descripto en cada una de las
obras referenciadas anteriormente, los espacios ceremoniales en los que se
deben llevar a cabo la Transmisión de Mando presidencial son únicamente dos:
- El edificio del Congreso Nacional y
- La Casa de Gobierno, también conocida como Casa Rosada
En el Congreso Nacional, sede del Poder Legislativo
Por razones de espacio y
finalidad de este escrito, no realizaré un relato pormenorizado de cada
secuencia de la ceremonia, solamente me focalizaré en las personas que
intervendrán en la misma.
Tal y como lo expresa el
Artículo 93 de nuestra Carta Magna: “Al tomar posesión de su cargo el presidente y vicepresidente prestarán juramento, en manos del presidente del Senado y ante el Congreso reunido en Asamblea,
respetando sus creencias religiosas, de "desempeñar con lealtad y
patriotismo el cargo de Presidente (o vicepresidente) de la Nación y observar y
hacer observar fielmente la Constitución de la Nación Argentina". Luego
del juramento, el nuevo Presidente deberá leer un breve mensaje y el acto se
concluirá con el canto del Himno Nacional.
10 de
diciembre de 1983. Juramento del Dr. Raúl Ricardo Alfonsín
El juramento ante la
Asamblea equivale a hacerlo frente al pueblo de la Nación y es una acción
netamente jurídica en la que el presidente electo es investido como Primer
Magistrado o Primer Mandatario, que son otras dos maneras correctas de
referirse al Presidente de la Nación.
Es de destacar que, en el
mismo recinto, estarán presentes los familiares directos del Presidente y de la
Vicepresidente, las delegaciones extranjeras, autoridades nacionales y
provinciales así como los Jefes de las Fuerzas Armadas y el Arzobispo de la
Ciudad de Buenos Aires y Primado de la Argentina, entre otros.
Una vez finalizada esta
ceremonia, el Presidente de la Nación acompañado por su esposa y escoltado por
efectivos del Regimiento de Granaderos a Caballo “General San Martín”, se
dirigirá hacia la Casa de Gobierno transitando en automóvil cerrado o
descubierto, por la Avenida de Mayo.
10 de
diciembre de 1983. Recorrido hacia Casa de Gobierno.
Lo mismo hará la
Vicepresidente en otro vehículo quien junto a la Presidente saliente, los demás
invitados y funcionarios que concluyen sus funciones, deberán esperar la
llegada de la máxima autoridad que siempre es la última en llegar o ingresar y,
por cierto, bajo ningún concepto espera a nadie.
En la Casa de Gobierno, Casa Rosada, sede del Poder
Ejecutivo
Es en el Salón Blanco de
esta Casa en el que la Presidente saliente, acompañada del escribano mayor de
gobierno, deberá hacer entrega de los atributos de poder o insignias de
mando al flamante Presidente, a saber:
- Banda presidencial
- Bastón
¿Es un ámbito elegido
caprichosamente? No, a lo largo de la historia de nuestro país éste ha sido el
lugar en el que se deben imponer estos atributos denominados “de poder o de
mando”, puesto que esta Casa es en la que desempeña sus labores cotidianas
el Presidente de la Nación, valga la redundancia y utilizando el sentido común,
es el lugar desde donde gobierna.
Estos dos elementos
deberán estar colocados sobre el escritorio a la vista de todos los presentes y
sólo se ubicará a la izquierda, el libro de actas custodiado en todo momento
por el escribano mayor.
La Banda presidencial,
deberá estar confeccionada de acuerdo a lo establecido en el Artículo Nº 4 del
Decreto Nacional Nº 10302/1944: “…ostentará los mismos colores, en igual
posición y el sol bordado de oro de la Bandera Oficial. Esta insignia terminará
en una borla de oro sin ningún otro emblema.”
El Presidente de la Nación
lucirá esta banda cruzada sobre el pecho, desde el hombro derecho hasta la
cadera izquierda y, en su mano derecha llevará el Bastón de mando.
Con respecto al Bastón,
símbolo que denota la autoridad, dignidad y jerarquía de quien lo porta, la
Presidente saliente deberá entregárselo al flamante Presidente sosteniéndolo
con ambas manos. El nuevo Presidente lo recibirá también con las dos manos,
haciéndolo con esmerado cuidado y respeto, puesto que el mismo no es un adorno,
sin adicionar ningún otro movimiento más que el de sostenerlo con su mano
derecha.
Salób
Blanco de Casa de Gobierno.
Esta breve ceremonia
finaliza cuando el Presidente investido jurídica y simbólicamente acompaña a la
ex Presidente hasta la salida de la Casa de Gobierno. A su regreso, procederá a
tomar juramento a los miembros del nuevo gabinete de ministros y secretarios.
Qué dice la Historia
Hasta aquí he desarrollado
lo concerniente al Protocolo y al Ceremonial, restan unas breves palabras sobre
la Etiqueta y, además, mencionar algunas tradiciones que no se han tenido en
cuenta en esta ocasión.
El día 10 de diciembre
comenzará muy temprano con la primera ceremonia en el Congreso Nacional y a lo
largo del día se realizarán otros actos.
En los primeros tiempos,
para las ceremonias en el Congreso Nacional y la Casa de Gobierno la etiqueta
indicaba el uso del jacquet. Desde el año 1983, en ocasión de la asunción
presidencial del Dr. Raúl Alfonsín y hasta nuestros días, los hombres acuden
con traje oscuro, camisa blanca y corbata sobria, en tanto que las señoras
visten trajes o vestidos livianos sin estridencias para no desentonar con la
austeridad de ambos actos.
Tradicionalmente la
jornada finalizaba con la llamada “Velada de gala en el Teatro Colón”
con la que se agasajaba a todos los invitados especiales y delegaciones
extranjeras. La etiqueta imperante hasta el año 1983, para los señores, frac y
para las señoras, traje largo y sus mejores piezas de joyería y, en ambos casos
las condecoraciones correspondientes.
12 de
octubre de 1963. Asunción presidencial del Dr. Arturo Umberto Illia.
Velada
de Gala en el Teatro Colón
Con motivo de la dimisión
del entonces Presidente de la Nación, Dr. Fernando de la Rúa, en el año 2001 y
los sucesos que rodearon ese triste período de nuestra historia, hubo una
sucesión de cinco presidentes transitorios en el lapso de doce días.
El 1º de enero de 2002, la
Asamblea General eligió al Dr. Eduardo Duhalde como presidente interino para
que finalice el período presidencial. Sin embargo, durante su corta gestión,
fijó el acto eleccionario para el mes de marzo del año 2003 y el traspaso de
mando presidencial se realizó el 25 de mayo de ese año.
Es de destacar que, en esa
ocasión, no se celebró la segunda vuelta o ballotage entre los dos principales
candidatos elegidos, el ex presidente Carlos Saúl Menem y Néstor Carlos
Kirchner, debido a que el primero renunció a su candidatura. De esta manera, el
segundo fue proclamado presidente electo para completar los seis meses del
mandato anterior y los cuatro años que le correspondían a su gobierno.
Por estas circunstancias especiales,
el presidente electo y su vicepresidente, juraron sus cargos en el Congreso
Nacional y a continuación el presidente interino procedió a la investidura del
presidente con los atributos de mando.
Vale decir que se realizó
una misma ceremonia ante los representantes del pueblo, invitados especiales,
delegaciones extranjeras y, por vez primera, se permitió el acceso al palacio
de grupos partidarios que arrojaron papel picado luego de la transmisión del
mando.
Es por estos hechos que, desde
entonces, se considera erróneamente que el traspaso de mando presidencial debe
llevarse a cabo en el Congreso Nacional.
Para finalizar, deseo
dejar en claro que la Constitución Nacional en su Artículo 87 establece que: “El
Poder Ejecutivo de la Nación será desempeñado por un ciudadano con el título de
"Presidente de la Nación
Argentina" contrariamente a la forma incorrecta utilizada durante
doce años: “Presidente de todos los argentinos”.
El empeño puesto por la
Mandataria saliente en torcer una vez más el orden natural de las ceremonias,
sólo se explica teniendo en cuenta que su personalidad es propia de aquella
clase de personas que hacen del odio, la lucha y la venganza actividades
cotidianas.
Por Edith Pardo San Martín
[1]
CONSTITUCIÓN DE LA NACIÓN ARGENTINA, Ley Nº 24.430 (sancionada en 1853 con las
reformas de los años 1860, 1866, 1898, 1957 y 1994). Sancionada: 15 de diciembre de
1994. Promulgada: 3 de enero de 1995.
[2] DE
URQUIZA, ADOLFO J. Ceremonial Público, Talleres gráficos Herrera,
Madrid, 1932.
[3] ZAPATA,
RODOLFO GASTÓN. Protocolo y Organización Diplomática. Editor XI Color,
Buenos Aires, 1976.
[4] BLANCO
VILLALTA, JORGE GASTÓN. Ceremonial. Ediciones Argentinas, Buenos Aires,
1985; Ceremonial, una filosofía para el tercer milenio. Editorial Valleta, Buenos Aires,
1999.
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